jueves, 24 de septiembre de 2015

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Milan Kundera o el mago de las relaciones humanas
    La literatura de Milan Kundera (República Checa, 1929) se aproxima como un viaje a lo profundo de uno mismo y de los hechos que nos comprometen en el devenir diario de las cosas.
    El filósofo peruano Antenor Orrego hace una reflexión en uno de sus escritos acerca de lo efímero y lo eterno, temas que descollan en la pluma del novelista Checo. Y al respecto añade lo siguiente: “Todo hecho en sí está constituido por dos elementos. El uno es pegadizo, circunstancial, aparente, perecedero que le da forma inmediata en el momento de producirse, que le hace visible a los ojos vulgares que apenas pueden percibir lo puramente formal, la hojarasca, el ripio, la caparazón grosera y externa (…) El otro es la aptitud vital, el alma del hecho, lo que persiste y vive, lo que se mentaliza y crea, lo que engendra nuevos hechos y forja historia. Es la esencia productora, el vigor latente, el valor intrínseco, la energía en potencia, la fuerza esencial, el ovulo reproductor, la semilla de la vida, la matriz de los siglos, el dinamismo de los acontecimientos, el fecundador de los instantes, el proceso de la eternidad. Es a la vez hijo del hecho anterior y padre del hecho futuro”.
    La descripción de Orrego hace referencia a dos caras de la misma moneda; la primera es intuitiva y la otra palpable, una trasciende y la otra languidece. ¿En qué posición se ubica el lector frente a la obra de Milan Kundera? Con títulos sugerentes como La lentitud, El libro de los amores ridículos, La inmortalidad, La identidad y La ignorancia; el escritor plantea la disyuntiva de los actos humanos y su levedad o el peso que pueden generar en el destino del hombre.
    Desde los albores de la novela La broma, que, dicho sea de paso fue su primer trabajo narrativo, se advierte la degradación moral, la caída en picada de un joven estudiante universitario, Ludvik Jhan, miembro del Partido Comunista Checo, a partir del envío de una postal a Marketa, fiel compañera de estudios, en el cual se burla de la seriedad y el optimismo ideológico (político) de aquella época: “El optimismo es el opio del pueblo”, escribe. A partir de allí empieza la enorme carga de su irresponsabilidad: es expulsado de la universidad, del Partido en el que casi todo el mundo milita, es enviado al reformatorio del ejército y, finalmente, estigmatizado socialmente por su irreverencia juvenil. Hay un momento donde Ludvik Jhan hace un breve pero importante reparo de su vida, ya convertido en adulto, mucho tiempo después: “Al igual que habían devastado a Lucie mediante el amor físico y habían privado así su vida del valor más elemental, a mi vida le habían robado también los valores sobre los que pretendía basarse, que eran en su origen inocentes”.
    Ludvik vive entre dos amores fundamentales. El romance de Lucie; mujer llana, nerviosa; basado en la ternura y la nobleza, se convierte en un ideal para liberarse de su desgracia hacia lo sublime. Por otra parte está el de Helena; mujer casada, madura; dispuesta a las grandes pasiones que se sustentan en el riesgo y la aventura, el ridículo y la venganza, el cinismo y el rencor.
    La insoportable levedad del ser es de los mejores y más populares libros de Kundera que retrata la frivolidad, la superficialidad del alma, la dependencia de la voluntad respecto del misterio que se oculta detrás de cada detalle y hecho inconsciente. En esta novela el personaje central es Tomás, un galeno respetado, muy querido, quien trabaja en un hospital del Estado. Por la publicación de un artículo tergiversado, en un semanario de poca monta, que propulsó a su vez la histeria anticomunista, digamos en tiempos sobre la invasión rusa a Praga; el renombrado médico fue lentamente degradándose, perdiendo su reputación social y su empleo hasta llegar a convertirse en un limpiador de escaparates.
    El doctor Tomás, no obstante, tiene una debilidad secreta que comprende la fuente del conocimiento poético del cuerpo y que al mismo tiempo constituye el mayor de sus peligros existenciales: el amor de Teresa. Ella es una muchacha insegura, tímida, sentimental pero también leal, que está a dispuesta a perdonarlo todo, incluso el olor a sexo en la cabellera de Tomás cuando éste regresa del trabajo. Es un amor terco, despiadado, que va hilvanando un engranaje de reproches e indulgencias, manifestando grandes gestos de ternura y dolor, comprensión y desapego, como dos individuos alados que no pueden volar hasta adquirir otro cauce que el de la propia muerte.
    La levedad del ser resulta insoportable en el sentido con que muchas veces afronta el hombre la fragilidad de su destino, sin sospechar el irremediable peso de cada acto, y que abarca todos los temas posibles, digamos temas cotidianos que van desde la política, el sexo, la amistad y el amor.
    Milan Kundera es un mago del misterio de las relaciones humanas. La voluntad del ser debe imponerse más allá de lo superficial y lo arcaico, para trascender los propios límites de la mente y el cuerpo, y adquirir la autorrealización, el cumplimiento del deber o lo que otros llaman felicidad instantánea.