Foto: Lautaro |
OLLANTA Y LA DISCRIMNACIÓN LABORAL JUVENIL
Después de haber sido aprobado en el pleno
del congreso la Ley del Régimen Laboral Especial Juvenil, propuesto por el
ejecutivo, con el objeto de reactivar la economía, en la puerta central de la UNT
se realizó el día de ayer un conglomerado de estudiantes de diversas facultades
para protestar en contra de la promulgación de la citada norma.
Desde tempranas horas los jóvenes,
entusiastas en principio, estuvieron elaborando carteles, con mensajes y
eslóganes reaccionarios, tales como “No al régimen laboral juvenil”, “Ollanta
traidor”, “El cuello de los jóvenes a cambio de los bolsillos del empleador”,
los cuales, a su vez, expresaban rechazo y desacuerdo con estas medidas
draconianas que el actual gobierno busca implementar.
Tal es así que, en una marcha pacífica, sin
mayores sobresaltos, la voz de la población trujillana llegó hasta la plaza de
armas para, minutos más tarde, debajo de la estatua de la libertad,
establecerse y dar la cara a la prensa. Se unieron a la causa alumnos de otras
casas de estudios, tales como la UPAO, a los que muchos identificaron como
apristas. No obstante, fueron los ciudadanos independientes quienes mejor explicaron el meollo del asunto,
exponiendo un discurso claro, coherente y menos politizado.
Este tipo de iniciativas legislativas
debieran caerse por su propio peso, de acuerdo a su naturaleza inconstitucional,
ya que vulnera derechos económicos y sociales, toda vez que estos están
prescritos y reconocidos en nuestra Carta Magna. El artículo 23 de nuestra
Constitución Política, señala, en el tercer párrafo: “Ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos
constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador”. Así
mismo, el artículo 24 del mismo cuerpo legal, refiere, en el segundo párrafo: “El pago de la remuneración y de los demás
beneficios sociales del trabajador tiene prioridad sobre cualquiera otra
obligación del empleador”. Se entiende, pues, que las demás leyes, de
inferior jerarquía, deben ajustarse a ciertos parámetros de orden
constitucional.
El Estado tiene por finalidad la defensa de
la persona humana y el respeto de su dignidad; propósito ulterior que,
paradójicamente, con este nuevo régimen se pretende una vez más afectar, dando
cabida a un capitalismo salvaje donde el hombre
es el lobo del hombre. Con un discurso simplón, incapaz de convencer a un
ciudadano consciente, se afirma que, de aplicarse semejantes medidas, empleador y trabajador son las partes que ganan.
Nada es más falso y demagógico. Quien pierde es el individuo. Y quien gana,
sobremanera, discriminando y explotando, es el empleador.
La falta de experiencia de las nuevas
generaciones no puede ser motivo de discriminación laboral. Al contrario,
toda la fuerza de trabajo, concebida en la capacidad física e intelectual de
los jóvenes, conjuntamente con el capital económico, deben conjugarse en virtud
de la producción y distribución de la riqueza, donde se garanticen los derechos
laborales con igualdad de condiciones. Sea este, pues, motivo para el despertar
de la modorra juvenil y acercarse cada vez más a los valores que verdaderamente
nos importan, en un marco de participación ciudadana, donde la libertad y la
igualdad constituyan las bases de la justicia en un Estado Constitucional de
Derecho.
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